Según un estudio llevado a cabo por la Organización Europea contra la Diabetes llevado a cabo en 2012, ...
... un 13,8% de los españoles mayores de 18 años tiene diabetes de tipo 2. Esta alarmante cifra se corresponde con más de 5 millones de ciudadanos que padecen una enfermedad vinculada al sedentarismo y los malos hábitos alimenticios, principalmente.
A diferencia de la diabetes de tipo I, la diabetes de tipo 2 se caracteriza por una respuesta periférica inadecuada a la insulina - lo que se conoce como resistencia a la insulinta - que se cronifica. Junto a esto se da una insuficiencia de insulina desde las células B-pancreáticas. Las consecuencias más graves tienen un espectro muy amplio que va desde la ceguera hasta las amputaciones, pasando por las enfermedades renales y riesgo de enfermedades cardiovasculares. Por tanto, la prevención es la mejor manera de enfrentarse a la enfermedad. A este respecto, analizamos la relación entre diabetes y carbohidratos para entender el papel de la glucosa en estos últimos y como afectan al desarrollo de la diabetes.
Carbohidratos complejos versus carbohidratos simples
Aunque ya desde hace un tiempo se vienen diferenciando los reconocidos como carbohidratos simples y los carbohidratos complejos, la "criminalización" de unos y otros en la dieta por parte del común sigue estando muy extendido. Prueba de ello son las diversas dietas no probadas científicamente que prohíben los hidratos durante un proceso de adelgazamiento. La realidad, como siempre, es mucho más compleja.
Los glúcidos son biomoléculas que están formadas por tres componentes vitales; oxígeno, hidrógeno y carbono. Están clasificados como simples o complejos en funcion de su composición.
- Los carbohdiratos simples están divididos en monosacáridos (glucosa, galactosa y fructosa) y disacáridos (azúcar que proviene de la lactosa y sacarosa9.
- Los carbohidratos complejos provienen de los polisacáridos y un ejemplo claro es el almidón (presente, por ejemplo, en las legumbres y el arroz).
Sorprendentemente,las frutas se encuentran dentro de la categoría de carbohidratos simples a pesar de que estos han sido abiertamente identificados como los grandes enemigos si lo que se quiere es mantener unos niveles de glucosa en sangre inalterados. ¿Son, entonces, tan malos los carbohidratos de este tipo?
Debemos empezar por entender que la glucosa es la fuente principal de energía de nuestras células. Es a partir del proceso de respiración celular que la glucosa genera energía en forma de adenosina trifosfato (ATP). Es decir, necesitamos la energía que nos aportan los glúcidos para vivir. El gran problema interviene cuando se almacena un exceso de glucógeno en el hígado que termina por convertirse en tejido adiposo.
En la sociedad actual, ingerimos cantidades de azúcar mucho mayores de las apropiadas para mantener los niveles de energía de una sociedad particularmente sedentaria. Además, lo hacemos a través de fuentes de carbohidratos simples y, en muchos casos, en alimentos procesados que ni siquiera sabemos que contienen esos niveles alarmantes de azúcar.